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La promesa de una vida mejor

Llevamos dos semanas en Ciudad de México, a donde hemos venido a visitar a familiares y amigos que hace dos años no veíamos; y si tuviéramos que hacer balance, podría decirse que, ahora mismo, tenemos sentimientos encontrados.

Nos encanta reencontrarnos con viejos amigos y disfrutar de momentos en familia, que si además va acompañado de la deliciosa comida mexicana, hace que nos olvidemos de todo lo demás.

Pero hay un gran problema: la ciudad, o quizás, sería más acertado denominarla megalopolis; ese monstruo en el que se ha convertido el Valle de México. Las horas interminables en el tráfico (atascos), el aire viciado y contaminado, el estrés y las prisas de todos los que nos rodean, los millones de estímulos del marketing de masas en la calle y centros comerciales… todo eso y más cosas que nos asfixian y hacen que queramos huir cuanto antes.

Mi mujer vivió acá 30 años de su vida, y ella misma reconoce que no sabe como pudo lograrlo. Es increíble a lo que se puede acostumbrar el ser humano, sobre todo si nunca has conocido otra vida más que esa.

Y aquí llego al quid de la cuestión, ¿se puede considerar vida lo que sufre día a día la mayoría de personas que viven en el DF? Ganar más para tener una mejor casa (si es alejada del centro mejor), un mejor coche (con el que poder ir de esa casa al trabajo), y poder subir de rango social para poder conseguir un mejor trabajo donde ganar más… y vuelta a empezar. “La carrera de la rata” es como llamaba Kiyosaki a ese ciclo sin fin en su libro “Padre rico, padre pobre”.

Puedo aceptar, aunque no lo comparta, que haya gente que se sienta feliz y realizada en ese tipo de vida, pero por nuestra parte, puedo decir que a partir de ahora, uno de los objetivos de nuestro viaje, de esta Noble Senda, será explicar y enseñar nuestra particular manera de ver el mundo a todas las personas que nos crucemos en el camino.

No les prometeremos una vida mejor bajo el punto de vista del sistema capitalista actual, pero si les podemos prometer una vida más plena y feliz.

Gregorio :

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