Seguro que os ha pasado. Llevas unos días de vacaciones y de repente te preguntas: ¿qué día es hoy? No sabes qué día de la semana es, y menos aún qué día del mes. Sonríes, y disfrutas del momento.
Generalmente, eso suele ser una buena señal de que ya te has relajado y estás aprovechando de verdad tus días libres. Ese instante sólo se ve ensombrecido cuando miras la fecha y te das cuenta que tarde o temprano esas vacaciones llegarán a su fin.
Nosotros, por suerte, de momento no tenemos una fecha de regreso, así que, si no fuera por ciertos eventos destacados en el calendario, viviríamos continuamente sin saber qué día es. A veces nos pasa que vamos a comprar y nos damos cuenta que es domingo y no hay nada abierto, o que vamos a visitar una ciudad y descubrimos que es lunes y los sitios turísticos cierran.
Pero además, esta libertad, la hemos llevado al extremo, y ya no sólo nos afecta en la escala temporal, sino también espacial: ¡No sabemos donde vivimos!
Nos pasa a menudo que despertamos y nos preguntamos: ¿dónde estamos? Al principio era anecdótico, y sólo nos pasaba de vez en cuando, pero ya es algo de diario, y hay veces que nuestra cabeza tarda un rato en reaccionar y recordarlo.
Los días y los lugares se funden unos con otros, y eso nos encanta. Nos hace apreciar que las fronteras son insignificantes, meras líneas trazadas en un papel; y que el tiempo no necesita ni debe ser encapsulado, que lo importante es vivir y disfrutar el presente.
View Comments (1)